La escultura conocida como la «cabeza de Zepita«, obra del destacado escultor Ted Carrasco, abandonada en el barrio Amor de Dios, en Aranjuez, La Paz. Esta representación de Andrés de Santa Cruz y Calaumana, ilustre personaje de la historia boliviana, yace junto a un árbol, víctima del deterioro causado por la lluvia, la arena y las piedras que amenazan con sepultarla.
La lamentable situación de esta escultura fue destacada por el usuario Javier Molina en su muro de Facebook, quien compartió fotografías del estado actual de la obra. Esta pieza, realizada en 1989 como parte de un homenaje al sexto presidente de Bolivia y Mariscal de Zepita, ha sido relegada al olvido a pesar de su importancia histórica y artística.
Andrés de Santa Cruz, nacido el 30 de septiembre de 1792 en Huarina, La Paz, fue un líder militar y político que desempeñó un papel crucial en la historia de Bolivia y Perú. Su ascendencia mestiza, hijo de un español y una cacica aymara, lo convierte en un símbolo de la diversidad cultural de la región.
La iniciativa para erigir esta escultura fue de la Alcaldía de La Paz en 1988, bajo la gestión del exalcalde Ronald Maclean. El diseño de Carrasco fue seleccionado a través del concurso «Ayuda, Memoria y compromiso: Monumento a Andrés de Santa Cruz en la Plaza de los Héroes». Tras un arduo trabajo, la escultura fue completada en 1989 y ubicada en la Plaza de los Héroes.
Sin embargo, en 2008, el gobierno municipal decidió reubicar las obras, resultando en el abandono de la escultura del Mariscal de Zepita en la zona de Aranjuez en 2010. A pesar de la promulgación de la Ley 145/2015 por el Concejo de La Paz, que instruye la reubicación de la escultura, esta permanece en su estado de abandono hasta la fecha.
La indiferencia de las autoridades ante el deterioro progresivo de esta obra ha generado indignación entre la población. Muchos expresan su descontento por la falta de acción y la percepción de ineptitud por parte de las autoridades municipales.
El caso de la escultura del Mariscal Andrés de Santa Cruz es un recordatorio de la importancia de preservar y valorar el patrimonio histórico y artístico de una nación, así como de la responsabilidad de las autoridades en su protección y conservación para las generaciones futuras. Mientras tanto, esta pieza sigue siendo testigo mudo de un pasado glorioso, sumida en el abandono y el olvido.