
En el barrio Los Pescadores, al norte de Maracaibo, en el estado venezolano de Zulia, un grupo de madres llora desconsolado. Sus hijos, deportados por la Administración Trump y enviados al Centro del Confinamiento del Terrorismo (CECOT) en El Salvador, han sido señalados como presuntos miembros de la banda criminal Tren de Aragua. Sin embargo, sus familias aseguran que son inocentes.
“Mi hijo no tiene antecedentes penales, es un muchacho bueno y trabajador”, afirma Mercedes Yamarte, madre de Melvin, uno de los casi 300 deportados. Su testimonio, grabado en video por su sobrino Jair Valera, busca demostrar que ni Melvin ni sus vecinos tienen vínculos con el crimen organizado. “Nuestros familiares se entregaron voluntariamente a Estados Unidos porque pasaban necesidad, tenían hambre y no tenían trabajo. Lo que hicieron fue deportarlos a El Salvador”, explica Valera.
El barrio Los Pescadores, con calles sin asfalto, cortes de agua frecuentes y escasez de gas, es un lugar del que muchos han querido huir. Allí, las familias han identificado a sus seres queridos en las imágenes difundidas del CECOT, reconociéndolos por detalles como tatuajes, rasgos físicos o la forma de llevar el cabello rapado.
Mercedes descubrió a Melvin, de 29 años, en un video de TikTok que mostraba a los deportados ingresando al CECOT. En la imagen, Melvin aparece arrodillado, con una camisa negra rasgada y la cabeza rapada. Sus tatuajes, que incluyen el nombre de su hija de seis años, unas manos entrelazadas en honor a su pareja y la frase “Fuerte como mamá”, no sugieren vínculos con grupos criminales.
La deportación se llevó a cabo después de que la Administración Trump burlara una orden judicial y apelara a la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798. Las familias exigen justicia y reclaman que sus hijos fueron deportados sin pruebas ni debido proceso.
Con información de El País